jueves, 11 de noviembre de 2010

La cofradía de las flores de acero.

Conozco, como casi todo el mundo, manojos de mujeres geniales que están solas y no quieren estarlo. Y es un clásico de las reuniones de amigas frases tales como “¿Qué les pasa a los hombres?”, “Ninguno quiere comprometerse!!!”, y una retahíla de variantes que giran en torno a lo mismo.
¿Realmente les pasa algo a “los hombres”, así, en bloque? ¿Fue la liberación femenina el puntapié inicial de la masculina? Quizás, donde había hombres que se quedaban siendo maridos eternos por una cuestión de responsabilidad económica hacia sus mujeres y sus hijos, pudieron mandarse a mudar sin culpa porque sus mujeres ganaban un buen sueldo.
Y ni hablar del hecho de poder tener sexo con la mujer que amaban sin tener que casarse.
O de poder plantearse seriamente el deseo de ser padres y esperar pacientemente a que les llegue. A los cuarenta, o a los cincuenta.
Todos motivos más que legítimos para dejar las estructuras impuestas desde las normas e ir tras de su deseo.
Y allá fueron. Bien por ellos. No tan bien por nosotras, que todavía no logramos reacomodarnos.
Son muchas las cosas que se extrañan de la situación “pareja estable”, pero quizás una de las más complicadas de sobrellevar sea la soledad en lo cotidiano.
Porque convengamos que lo ideal sería estar bien estando solas, pero a algunas de nosotras no nos resulta posible todavía.
Marcela, la más reciente de mis amigas, tiene un grupo de pertenencia de unas cuatro mujeres. Ninguna de ellas está actualmente en pareja. Lo llamativo de este grupete es que funcionan como una familia, cosa que se trasluce en la confianza con que cada una se mueve en la casa de las otras y en cómo dan por sentado que fines de semana o vacaciones son incuestionadamente compartidos. Se las ve muy bien. Claro que algunas de ellas tienen ganas de encontrar pareja, pero el factor soledad parece haber dejado de ocasionarles malas y apresuradas elecciones.
¿Serán las cofradías de mujeres la respuesta moderna al problema de la soledad?
¿Podremos de ese modo descomprimir nosotras la presión y en consecuencia, descomprimir ellos la resistencia?
Quizás así, después de haberlos criticado tanto, terminemos descubriendo toda la razón que tienen y lo bien que hacen en relacionarse solo a los efectos de disfrutar de grandiosos momentos.
Ellos descubrieron las bondades de las cofradías de género hace mucho.
Descubrámoslas nosotras.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Empiezo hablando de Dios

Hace un mes se publicó en La Nacion un artículo titulado "El problema de la Argentina es Maradona", dice El País de España" (así, todo eso es el título).

Este es el link de la nota, que son fragmentos de un artículo que salió en el diario español (como queda claro en el título, es cierto...)

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1311704


Este es el artículo original completo (en su edición online, la escrita quizas sea más extensa)

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Maradona/metafora/argentina/elpepiopi/20101005elpepiopi_13/Tes


Y una mínima reflección está a la orden, no puedo pasar de ella. Ahora bien, qué refleccionar que no se haya dicho ya?
Sería recurrente si planteara preguntarnos desde qué lugar los españoles hablan, sumergidos en una de las más profundas crisis económicas de su historia. O si propusiera asombrarnos por los habilísimos recortes con que La Nacion poda la nota original en los lugares en los que se les va la olla.
Lo que no puedo dejar de hacer (por más cantado que sea para los que me conocen) es emocinarme y ratifacar (Si!!!!) mi fe incondicional y (Si!!!) mi devoción desfachatada.
Nada nuevo bajo el sol.
Queda en mi cabeza todavía el planteo de un funcionamiento de los argentinos asimilado a una especie de teoría del eterno retorno. A los errores, claro.
Y sí, hay algunos errores que han sido repetidos, todos lo sabemos. Humildemente me gusta pensar que fue parte de un aprendizaje. Ojalá lo haya sido.
Quizás una pregunta válida para hacerse sea: ¿ponemos nuestro corazón y nuestras esperanzas una y otra vez, ingenuamente o no, en lugares equivocados?
Se lee en el texto de España: "Decía Albert Einstein que la locura es repetir lo mismo una y otra vez, esperando diferentes resultados". Seguramente sea cierto, pero es muy difícil resistirse a la repetición cuando la pasión esta en juego. Y pasión es padecer, literalmente hablando. Por una ideología política, un partido de futbol o un amor. Quién está libre de eso? Quién quiere estarlo?
Y aunque salimos lastimados, curamos un poco nuestras heridas y volvemos a entregarnos a gritar por Dios en una cancha. O en una cama.

Que el Diego nos ayude, y que sea lo que El quiera.

Viva Perón, carajo!

Bon appetit.