miércoles, 3 de noviembre de 2010

Empiezo hablando de Dios

Hace un mes se publicó en La Nacion un artículo titulado "El problema de la Argentina es Maradona", dice El País de España" (así, todo eso es el título).

Este es el link de la nota, que son fragmentos de un artículo que salió en el diario español (como queda claro en el título, es cierto...)

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1311704


Este es el artículo original completo (en su edición online, la escrita quizas sea más extensa)

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Maradona/metafora/argentina/elpepiopi/20101005elpepiopi_13/Tes


Y una mínima reflección está a la orden, no puedo pasar de ella. Ahora bien, qué refleccionar que no se haya dicho ya?
Sería recurrente si planteara preguntarnos desde qué lugar los españoles hablan, sumergidos en una de las más profundas crisis económicas de su historia. O si propusiera asombrarnos por los habilísimos recortes con que La Nacion poda la nota original en los lugares en los que se les va la olla.
Lo que no puedo dejar de hacer (por más cantado que sea para los que me conocen) es emocinarme y ratifacar (Si!!!!) mi fe incondicional y (Si!!!) mi devoción desfachatada.
Nada nuevo bajo el sol.
Queda en mi cabeza todavía el planteo de un funcionamiento de los argentinos asimilado a una especie de teoría del eterno retorno. A los errores, claro.
Y sí, hay algunos errores que han sido repetidos, todos lo sabemos. Humildemente me gusta pensar que fue parte de un aprendizaje. Ojalá lo haya sido.
Quizás una pregunta válida para hacerse sea: ¿ponemos nuestro corazón y nuestras esperanzas una y otra vez, ingenuamente o no, en lugares equivocados?
Se lee en el texto de España: "Decía Albert Einstein que la locura es repetir lo mismo una y otra vez, esperando diferentes resultados". Seguramente sea cierto, pero es muy difícil resistirse a la repetición cuando la pasión esta en juego. Y pasión es padecer, literalmente hablando. Por una ideología política, un partido de futbol o un amor. Quién está libre de eso? Quién quiere estarlo?
Y aunque salimos lastimados, curamos un poco nuestras heridas y volvemos a entregarnos a gritar por Dios en una cancha. O en una cama.

Que el Diego nos ayude, y que sea lo que El quiera.

Viva Perón, carajo!

Bon appetit.

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